Esta semana en nuestro blog seguimos con inventos alocados que no dejan de dejarnos boquiabiertos. La sorpresa ahora es una increíble moto chopper con el motor de un Volkswagen Beetle, es decir, dicho motor se encuentra incrustado en el bastidor de la motocicleta. Parece que esto de intentar unir o fusionar dos vehículos no es algo nuevo y cada vez está más presente en la mente de muchos ingenieros, mecánicos, inventores, etc. Como ya vimos con la flamante idea de meter el propulsor de una Kawasaki Ninja ZX-10R en un Nissan Leaf. Y para mayor sorpresa, debemos reconocer que funciona bastante bien.
Te preguntarás quién ha sido el ideólogo de semejante aventura, pues es un jubilado inglés llamado Paul Clark. Su intención nunca fue ganar dinero, sino disfrutar de su apasionante hobby que ya algunos reconocen como don. Todo lo llevó a cabo desde su propio y pequeño taller, donde juega como un niño a crear estas maravillas. Él mismo afirma: “He construido una Dnepr chop y una bicicleta con motor rotavator JAP, entre otras”, nos dice. “Estas bicicletas no son brillantes, ni mucho menos, y no son algo en lo que alguien se detenga y diga 'Tengo una de esas'. Son únicos para mí, mi estilo, y los amo, pero también es agradable cuando otras personas los aprecian”.
Si algo destaca en Paul es que además le gusta ser ahorrativo en sus procesos, intentando siempre gastar el mínimo posible en sus creaciones. Como él mismo ha dicho, el mismo motor Volkswagen Beetle lo compró a través de Ebay por unos 345 euros.
"Sentado en el suelo de mi taller empecé a visualizar la moto terminada en mi cabeza”, comenta el protagonista de la historia.
Para llegar hasta el resultado que muestra ha tenido que atravesar muchos baches en el camino, su reto más complicado fue acoplar la transmisión al motor. Bache que solucionó así trasplantando la caja de una fresadora mediante bridas concéntricas cortadas al milímetro. El segundo reto fue buscar las piezas, adoptando un embrague, un volante de inercia y un alternador de una miniexcavadora.
Además, está hecha a todo detalle, los carburadores del coche reciben del aire de un colector hecho a medida, en realidad los tubos enrevesados tienen una función: disminuir el riesgo de que el conductor queme su pierna con el escape.
Muchos de nuestros lectores habrán reconocido el chasis, un chasis mítico muy reconocible del modelo Honda Goldwing de 1983. Toda una reliquia si nos paramos a pensarlo. El depósito es de una Triumph Bonneville, aunque como podemos comprobar se encuentra recortado.
El resto de la magia la hizo el propio gusto y personalidad de Clark, el cual estaba fuertemente influenciado por una moda más retro en comparación con la actual, con mucha predilección por las motos clásicas. Lo cierto es que la estética de la moto es envidiable, donde se aplicó una pintura para armas de fuego y luego fue pulida al horno, dándole un toque envejecido irrepetible. En propias palabras del autor: “Creo que el asiento siempre se ve mejor lo más cerca posible del neumático”, dice Paul, “especialmente porque no hay guardabarros trasero. Al principio se me ocurrió que sería genial tener un asiento que suba y baje, pero no quería resortes, así que opté por una bolsa de aire. Se ve muy bien cuando la bicicleta está estacionada y es realmente cómoda cuando se conduce”.
Pero aún quedaba lo más complicado, que era probar si realmente funcionaba y como era de esperar si lo hizo, pudiendo alcanzar los 100 kilómetros por hora. Y como curiosidad extra: la moto tiene su propio logotipo, que es el de VW pero al revés.
OTRAS TRANSFORMACIONES CON VOLKSWAGEN BEETLE
Si creías que ya estaba todo inventado déjame decirte que te equivocas, siempre en la historia nos hemos ido sorprendiendo y hoy día seguimos haciéndolo. Como es el caso de este extraño vehículo del que venimos a hablar a continuación. En concepto se puede considerar una mini moto con una apariencia única, compuesta por partes de Volkswagen Beetle, que tenían una carrocería liviana.
Detrás de cada obra se encuentra un genio, y en este caso es Brent Walter, un ingeniero que se autodefine como un ‘creador y constructor de una variedad de cosas’ y es amante de los Volkswagen. Haciéndose muy conocido por su cuenta de Instagram, ya que no solo comparte sus creaciones, sino que en muchas ocasiones explica el interesante y loco proceso de crearlas. Según el propio Brent, este modelo de vehículo surgió a partir de un Volkswagen Beetle remodelado que encontró y que posteriormente acabó desarmando para hacer su magnífica moto.
Manos a la obra tomó uno de sus guardabarros y lo instaló en el chasis de una minibike que ya tenía su propio motor y neumáticos. Luego instaló un manillar y un asiento convirtiendo en una sorprendente moto que ya se encontraba lista para rodar.
HISTORIA VOLKSWAGEN BEETLE
Probablemente uno de los vehículos más conocidos por todas las generaciones es el famoso “Escarabajo”, denominado así sutilmente por su apariencia exterior. Por desgracia dejó de fabricarse en 2019. Su historia es más que interesante, Volkswagen significa concretamente “coche del pueblo” y no podíamos estar más de acuerdo, porque hubo un momento en que la firma consiguió llegar a la mayoría de hogares de la época.
Fue un pedido que Adolf Hitler hizo a Porsche, exigiendo que tuviera capacidad para una familia de cuatro miembros con sus respectivos equipajes. Por supuesto debía ser una máquina segura, cómoda y potente, pudiendo alcanzar los cien kilómetros por hora. Haciendo especial hincapié en que fuese también fácil de reparar.
No fue hasta el 6 de mayo de 1938 donde vio la luz de manera oficial ya que antes hubo varios prototipos que no cumplieron las expectativas del Fuhrer. Un precio contenido, sumado al hecho de que por aquella época fuera el único modelo que muchos se podían permitir, hizo que fuera un éxito inmediato: para finales del 38 ya se habían realizado 170.000 pedidos.
Tanto éxito fue frenado de golpe por la Segunda guerra mundial, y tuvieron que parar completamente la producción. Muchas marcas y firmas entonces comenzaron a encaminar su producción para fines bélicos.
En la posteridad volvió a tocar la cima, adaptándose siempre a lo que demandaba el comprador, vimos escarabajos descapotables, nuevos modelos, colores o incluso algunos con una estética más deportiva.
Siendo de los pocos que pueden estar orgullosos de haber sido producidos durante sesenta años y ser emblema del movimiento hippie. Durante los 60 la corriente hippie proliferaba en Estados Unidos, a su vez la ideología de esta corriente estaba en contra del consumismo y los lujos, por lo que un auto como el Type 1 o apodado Beetle (escarabajo), era la forma perfecta para moverse sin hacer gala de lujos innecesarios.