LA PRIMERA MOTO DE LA HISTORIA

Adoramos esa sensación de libertad cuando las montamos. Y es que pocas cosas en la vida nos causan mayor satisfacción que conducir una moto. Cada vez hay más modelos, más estilos, más accesorios… Una moto distinta y especial para cada persona. Pero antes de este maravilloso y extenso universo de las motocicletas, hubo una primera con la que comenzó todo... Una que podemos considerar la madre de todas las motos.

Pero, ¿qué hay de ella? ¿Cuál fue realmente la primera motocicleta de la historia? En primer lugar, antes que la moto fue la bicicleta, y bastante antes, en la Mesopotamia de hace más 5.000 años, fue la rueda. Un elemento esencial no sólo para la moto, sino también para la historia de humanidad.

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Sin el invento de la rueda, la motocicleta no existiría. De aquel primer disco de arcilla, usado para la alfarería, se pasó a la de madera, extendiéndose por la Europa y Asia occidental en el IV y III milenio a.C. mediante su uso en rudimentarios carros de animales de tiro.

Poco a poco se fueron desarrollando modificaciones, convirtiéndose en un elemento más sofisticado. En el s. XIX se incluyeron los radios metálicos y el problema de la adherencia se solucionó con un recubrimiento de caucho. Finalmente, el escocés Jonh Boyd Dunlop dotó a las ruedas de una cámara de aire, que inventó y patentó en 1888.

La bicicleta también tiene mucho qué decir en la historia de la moto, sobre todo porque es el origen de su estructura básica: ruedas, asiento y manillar.

En 1817, el barón Karl C.L. Drais von Sauerbronn acertó en desarrollar en Alemania el biciclo, un primer vehículo de dos ruedas dispuestas en línea, y con dispositivo de dirección, que tomó a una carreta como inspiración. Eso sí, aquella primera máquina no tenía ni pedales ni cadena. Bautizada como ‘La Draisiana’ en honor a su inventor, era impulsada mediante la fricción de los pies del conductor con el suelo.

Rápidamente, al año siguiente en Escocia, apareció Kirk Patrick McMillan, para agregarle los pedales, aumentando sus prestaciones, y en los 60, en Francia se tomaría como referencia para crear el velocípedo, que unía las manivelas giratorias y pedales al buje de la rueda delantera.

Sin embargo, no fue hasta 1885 cuando apareció la que se considera la primera bici moderna: la ‘Rover safety bicycle’ (bicicleta de seguridad Rover), cuyo creador fue el inglés Jonh Kemp Starley. Ésta presentaba dos ruedas iguales, a diferencia de los biciclos, y funcionaba impulsada por una cadena, a diferencia de los anteriores, mucho más inestables y complicadas de manejar.

A finales de siglo, estas primeras bicicletas se popularizaron en gran medida, especialmente en Gran Bretaña y EEUU, gracias sobre todo a su protagonismo en anuncios publicitarios de un sinfín de productos.  

Así pues, tenemos claro el origen de la bicicleta, pero si lo que queremos es descubrir cuál fue la primera moto del mundo hay que indagar un poco más. Veamos.

Hasta que se inventaron los propulsores de combustión interna, fueron las máquinas de vapor, que funcionaban con carbón, las protagonistas de la Revolución Industrial. Fue el ingeniero escocés James Watt quien se encargó de mejorarlas y popularizar los motores de vapor, para que otros tantos los aprovecharan incorporándolos a otra serie de inventos como la bicicleta.

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Entre ellos, el norteamericano Sylvester Howard Roper, que desarrolló el velocípedo a vapor entre los años 1867 y 1869 en Boston, lo que consideran algunos como la primera moto de la historia, después de crear un carruaje a vapor, también uno de los automóviles primigenios. Curiosamente, Roper falleció en 1896 de un fallo cardíaco cuando conducía su máquina en unas pruebas de velocidad en pista. En las pruebas incluían a varios corredores, entre ellos en el corredor profesional Tom Butler, que no pudo competir con los 64 km/h del recién creado velócipedo a vapor.

Paralelamente en Europa, los franceses Pierre Michaux y Louise Guillaume Perraux, hicieron lo propio creando unos biciclos con motor de vapor que se usaron hasta final de siglo. Su utilización se vio coartada con la llegada de los motores de combustión interna, mucho menos aparatosos y más eficientes.

Para otros historiadores, sin embargo, no sería hasta 1885 cuando se produce el nacimiento de la primera motocicleta de la historia, que contaría con un motor de combustión interna.

La ‘Reitwagen’ (vehículo montable) fue obra de uno de los ingenieros industriales más destacados de Alemania: Gottlieb Daimler, junto con su compañero Wilhem Maybach, quienes desarrollaron además otros autopropulsores. Hay que decir que el prototipo sólo alcanzaba los 12 km/h, pero los creadores decidieron dejar de trabajar en el proyecto para dedicarse por entero a la industria automovilística.

En 1894, los hermanos Hilderbrand y Alois Wolfmüller crearon en Munich la primera moto de producción en serie de la historia, logrando atraer la atención del público al presentar el vehículo como una herramienta para mejorar la movilidad y el transporte.

La máquina era algo rudimentaria, con un dos cilindros de cuatro tiempos, que producía 2,5 CV a 240 rpm, y podía alcanzar los 45 km/h. Su centro de gravedad era bajo, ya que el  motor se disponía de forma plana en la parte inferior y paralelo al suelo, mientras que el depósito de combustible estaba inclinado y contaba con un carburador en la superficie. Todo un avance para la época y toda una joya para los amantes de las ‘old bikes’.

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Te contamos cómo nació la primera moto.

LA PRIMERA MOTO DE LA HISTORIA

Adoramos esa sensación de libertad cuando las montamos. Y es que pocas cosas en la vida nos causan mayor satisfacción que conducir una moto. Cada vez hay más modelos, más estilos, más accesorios… Una moto distinta y especial para cada persona. Pero antes de este maravilloso y extenso universo de las motocicletas, hubo una primera con la que comenzó todo... Una que podemos considerar la madre de todas las motos.

Pero, ¿qué hay de ella? ¿Cuál fue realmente la primera motocicleta de la historia? En primer lugar, antes que la moto fue la bicicleta, y bastante antes, en la Mesopotamia de hace más 5.000 años, fue la rueda. Un elemento esencial no sólo para la moto, sino también para la historia de humanidad.

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Sin el invento de la rueda, la motocicleta no existiría. De aquel primer disco de arcilla, usado para la alfarería, se pasó a la de madera, extendiéndose por la Europa y Asia occidental en el IV y III milenio a.C. mediante su uso en rudimentarios carros de animales de tiro.

Poco a poco se fueron desarrollando modificaciones, convirtiéndose en un elemento más sofisticado. En el s. XIX se incluyeron los radios metálicos y el problema de la adherencia se solucionó con un recubrimiento de caucho. Finalmente, el escocés Jonh Boyd Dunlop dotó a las ruedas de una cámara de aire, que inventó y patentó en 1888.

La bicicleta también tiene mucho qué decir en la historia de la moto, sobre todo porque es el origen de su estructura básica: ruedas, asiento y manillar.

En 1817, el barón Karl C.L. Drais von Sauerbronn acertó en desarrollar en Alemania el biciclo, un primer vehículo de dos ruedas dispuestas en línea, y con dispositivo de dirección, que tomó a una carreta como inspiración. Eso sí, aquella primera máquina no tenía ni pedales ni cadena. Bautizada como ‘La Draisiana’ en honor a su inventor, era impulsada mediante la fricción de los pies del conductor con el suelo.

Rápidamente, al año siguiente en Escocia, apareció Kirk Patrick McMillan, para agregarle los pedales, aumentando sus prestaciones, y en los 60, en Francia se tomaría como referencia para crear el velocípedo, que unía las manivelas giratorias y pedales al buje de la rueda delantera.

Sin embargo, no fue hasta 1885 cuando apareció la que se considera la primera bici moderna: la ‘Rover safety bicycle’ (bicicleta de seguridad Rover), cuyo creador fue el inglés Jonh Kemp Starley. Ésta presentaba dos ruedas iguales, a diferencia de los biciclos, y funcionaba impulsada por una cadena, a diferencia de los anteriores, mucho más inestables y complicadas de manejar.

A finales de siglo, estas primeras bicicletas se popularizaron en gran medida, especialmente en Gran Bretaña y EEUU, gracias sobre todo a su protagonismo en anuncios publicitarios de un sinfín de productos.  

Así pues, tenemos claro el origen de la bicicleta, pero si lo que queremos es descubrir cuál fue la primera moto del mundo hay que indagar un poco más. Veamos.

Hasta que se inventaron los propulsores de combustión interna, fueron las máquinas de vapor, que funcionaban con carbón, las protagonistas de la Revolución Industrial. Fue el ingeniero escocés James Watt quien se encargó de mejorarlas y popularizar los motores de vapor, para que otros tantos los aprovecharan incorporándolos a otra serie de inventos como la bicicleta.

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Entre ellos, el norteamericano Sylvester Howard Roper, que desarrolló el velocípedo a vapor entre los años 1867 y 1869 en Boston, lo que consideran algunos como la primera moto de la historia, después de crear un carruaje a vapor, también uno de los automóviles primigenios. Curiosamente, Roper falleció en 1896 de un fallo cardíaco cuando conducía su máquina en unas pruebas de velocidad en pista. En las pruebas incluían a varios corredores, entre ellos en el corredor profesional Tom Butler, que no pudo competir con los 64 km/h del recién creado velócipedo a vapor.

Paralelamente en Europa, los franceses Pierre Michaux y Louise Guillaume Perraux, hicieron lo propio creando unos biciclos con motor de vapor que se usaron hasta final de siglo. Su utilización se vio coartada con la llegada de los motores de combustión interna, mucho menos aparatosos y más eficientes.

Para otros historiadores, sin embargo, no sería hasta 1885 cuando se produce el nacimiento de la primera motocicleta de la historia, que contaría con un motor de combustión interna.

La ‘Reitwagen’ (vehículo montable) fue obra de uno de los ingenieros industriales más destacados de Alemania: Gottlieb Daimler, junto con su compañero Wilhem Maybach, quienes desarrollaron además otros autopropulsores. Hay que decir que el prototipo sólo alcanzaba los 12 km/h, pero los creadores decidieron dejar de trabajar en el proyecto para dedicarse por entero a la industria automovilística.

En 1894, los hermanos Hilderbrand y Alois Wolfmüller crearon en Munich la primera moto de producción en serie de la historia, logrando atraer la atención del público al presentar el vehículo como una herramienta para mejorar la movilidad y el transporte.

La máquina era algo rudimentaria, con un dos cilindros de cuatro tiempos, que producía 2,5 CV a 240 rpm, y podía alcanzar los 45 km/h. Su centro de gravedad era bajo, ya que el  motor se disponía de forma plana en la parte inferior y paralelo al suelo, mientras que el depósito de combustible estaba inclinado y contaba con un carburador en la superficie. Todo un avance para la época y toda una joya para los amantes de las ‘old bikes’.

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