Sin lugar a dudas la máxima expresión del estilo custom está en las personalizaciones realizadas en EEUU, el lugar que vio nacer a la Harley-Davidson y a toda la cultura tan especial que la rodea. Las motos personalizadas comenzaron a popularizarse en California en los años 50. A partir de ahí, la customización se ha extendido por el mundo gracias a la labor de los social media, especialmente del cine y la televisión.
En los últimos quince años, el número de motos preparadas ha crecido de forma exponencial. Ya no se trata de una moda pasajera, sino de una corriente que está forjando todo un universo a su alrededor.
Cada vez son más los moteros que apuestan por personalizar y ‘tunear’ sus motos modificando componentes, aumentando la potencia y mejorando su estética. El objetivo: dotar a su moto de personalidad propia, de lograr un modelo exclusivo con el que poder lucirse.
Hay auténticos enfermos del custom que han dejado volar su imaginación creando modelos superlativos, sorprendentes e innovadores, para el deleite de los aficionados, que se han hecho mundialmente conocidas como la espectacular Qhimera de inspiración mitológica, la elegante The Majestic de 1929 o la fastuosa H-D Bucherer Blue Edition, la moto más cara del mundo (1.000.000€).
Por otra parte, las marcas han descubierto ahí un filón de oro, por eso se afanan también en lanzar modelos cada vez más customizables a base de kits. Custom, naked, deportiva. No importa el estilo ni la cilindrada cuando tienes claro que quieres que tu moto sea única. Cualquier parte visible de una moto base es susceptible de ser personalizada. Eso sí, otra cosa es que te permitan circular con ella…
Porque no todas las personalizaciones que se hagan van a ser homologadas, es decir, legales. Esto depende de la legislación de cada país, de ahí la importancia de conocer las reglas. ¿De qué te vale tener la moto más guapa si no puedes sacarla del garaje?
En España, las modificaciones deben seguir el Manual de Reformas de Vehículos y las normas están recogidas en el Real Deceto 866/2010, de 2 de julio. En esta norma queda recogido que motocicleta sólo puede circular en el mismo estado en el que salió de fábrica, lo que significa que cualquier modificación de las piezas originales debe obtener su correspondiente homologación, salvo que se reemplacen por mero desgaste y estén específicamente permitidas por ley. Toda modificación se considera una reforma y como tal debe homologarse según los estándares de la Comunidad Europea (CE).
El porqué de este control es sobre todo para evitar modificaciones exageradas en motos que puedan hacer peligrar tanto la integridad del conductor como la de los demás usuarios de la vía, como sucede con la moda de poner tuercas con forma de lanza en los bujes de las ruedas al estilo Ben Hur.
Es evidente que lo más importante es la seguridad, pero si te estás planteando customizar tu moto ten claro que vas a tener que rascarte el bolsillo. Si se trata de hacerle pequeños cambios como pueda ser el manillar, el presupuesto es notablemente más bajo que si quieres modificar totalmente su aspecto hasta conseguir la moto de tus sueños.
Si a la hora de personalizar tu motocicleta, sea del estilo que sea, piensas someterla a reformas complejas, como por ejemplo un cambio en el sistema de amortiguación, vas a tener que contar con la ayuda de profesionales técnicos con experiencia. Sobre todo, para no llevarte sorpresas desagradables cuando te toque pasar la ITV.
El único inconveniente es que la homologación de una moto requiere de un proceso complejo con un precio muchas veces superior a lo que puede costarte la propia modificación, como por ejemplo sucede con el cambio de faros.
En caso de reformas más importantes, el desembolso se duplica, ya que se requieren los avales un ingeniero industrial colegiado, para encargarse del Proyecto Técnico; un servicio técnico de reformas, que se encargue del Informe de Conformidad, y, por supuesto, de un taller homologado. Todo a base de soltar pasta, claro está. Como recomendación, si puedes permitírtelo, es que realices todas las modificaciones a la vez, así te ahorrarás un dinero.
Haciendo cálculos, el precio de una reforma de envergadura de tu motocicleta que necesite una homologación con proyecto está entre los 400 y los 1000€, y si necesita de ensayos, como puede ser un cambio en el sistema de frenado, puede incrementarse en hasta un 20%. Mientras que homologar una moto con una pequeña modificación sin proyecto, conlleva un coste de entre los 179 y los 250€.
Son gastos previsibles, que se sumarían a los costes propios de la modificación. Cada moto es un mundo y hablar del coste genérico de una customización sería aventurarse demasiado. Más que focalizarse en el dinero, los expertos hablan de centrarse en la seguridad y en tener las ideas del proyecto bien claras, contando con profesionales desde el minuto uno. Puedes gastarte 3.000 o puedes gastarte 30.000€, depende mucho de la base y la idea de moto que quieras. Pero si tu sueño es factible y nada te hace más ilusión, ¡adelante con ello!